Por la Dra. Poonam Balaji

               Las vacunas (inmunizaciones) son una de las invenciones mejor conocidas de la ciencia. Su importancia se amplifica en circunstancias como la actual pandémica del COVID-19 para la cual se busca desarrollar una vacuna.

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Vacunas

                 La primera vacuna contra una enfermedad llamada viruela se descubrió en el 1798 por el médico Edward Jenner. El éxito de este descubrimiento es indudable ya que la viruela dejó de existir en el 1980. Desde este descubrimiento un número de vacunas se han desarrollado contra otras enfermedades letales como el polio, la tuberculosis, el sarampión, la rubéola, difteria y otras enfermedades. Gracias a las vacunas la viruela1 esta erradicada y otras enfermedades como el polio2 y el sarampión son controladas efectivamente.

               
                Las vacunas “entrenan” a nuestro sistema inmune a reconocer y luchar contra patógenos como las bacterias y los virus sin exponer a nuestro cuerpo a los agentes que causan la enfermedad o los síntomas de estas enfermedades. Las vacunas de preparan de patógenos (antígenos para las células inmunológicas) que han sido inactivados o debilitados. Estos patógenos no pueden causar una infección, pero cuando nuestro cuerpo los encuentra, los identifica y produce anticuerpos contra estos antígenos.

               
                Una de las metas principales de las vacunas es generar anticuerpos que permanezcan en tu cuerpo por un largo periodo de tiempo. Meses después de estar expuesta a una vacuna los niveles de anticuerpo alcanzan su pico y comienzan a reducir en la sangre. Esta reducción puede ser temporera y si tu cuerpo se ve expuesto al mismo antígeno puede producir anticuerpos aún décadas después del contacto inicial. Las células responsables de este tipo de inmunidad a largo plazo se encuentran en la medula ósea y se llaman células plasmáticas de medula ósea3. Estas células potencialmente viven en nuestros huesos durante toda nuestra vida4. Estudios demuestran que estas células se encuentran además en ratones y que liberan anticuerpos a la sangre continuamente. Los niveles de un anticuerpo específico están correlacionados de manera directa al número presente de estas células.

¿Por qué necesitas una vacuna contra la influenza todos los años?

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               Las mejores vacunas son aquellas que ofrecen inmunidad y protección contra una enfermedad por toda la vida sin necesidad de volver a tratarse, ejemplos de las cuales son las vacunas contra el sarampión, la rubéola y la difteria5. Las vacunas contra la influenza son diferentes. Típicamente estas vacunas son necesarias todos los años justo antes de una temporada pico de influenza.

               Una investigación6 por Rafi Ahmed y sus colegas en la Universidad de Emory de Atlanta, publicada en “Science” estudió este problema de “memoria” para las células plasmáticas. Ya que sabemos que la cantidad de anticuerpos en la sangre esta directamente ligada al número de células plasmáticas presentes en la medula ósea, este grupo decidió investigar precisamente la presencia de estas células plasmáticas.

               También conocemos que después de inmunización con la vacuna contra la influenza, la de producción de anticuerpos disminuye rápidamente. Esto sugiere que las células plasmáticas que producen los anticuerpos sobreviven por mucho tiempo o que el tipo de célula plasmática que produce este anticuerpo no es del tipo que vive en la medula ósea y que produce anticuerpos por años o décadas.

               Para determinar la causa de la reducción en anticuerpos los científicos examinaron la medula ósea de 53 voluntarios entre las edades de 20 y 45 años en las semanas y meses después de la inmunización. El procedimiento para remover la medula ósea es difícil, consume mucho tiempo y puede ser doloroso, ya que requiere que se penetre el hueso de la pelvis con una aguja.

               Los científicos pudieron detectar un aumento en las células plasmáticas de medula ósea después de 28 días de la inmunización contra la influenza. Al paso de aproximadamente un año estas células no se podían detectar en la medula ósea de los voluntarios. Sin células plasmáticas de medula ósea produciendo anticuerpos contra el virus de la influenza no hay inmunidad.

               Los autores sugieren que el establecimiento de una inmunidad a largo plazo requiere múltiples pasos, incluyendo la migración al tejido linfático a la medula ósea, el establecimiento de un nicho en la medula ósea, la alteración de expresión genética y metabolismo para proveer longevidad. Los autores sugieren que el fallo de cualquiera de estos pasos evita el establecimiento de células plasmáticas contra la influenza en la medula ósea.

Una sugerencia para mejorar la durabilidad y eficacia de la vacuna de la influenza es mejorar el los números de células plasmáticas en la medula ósea a través del uso de un adyuvante7.

               Un adyuvante es un ingrediente que se añade a las vacunas para incrementar la reacción inmunológica. Los adyuvantes se pueden incluir en las vacunas de manera segura, sin causar riesgo a las personas inmunizadas.

               Se han hecho modificaciones al proceso de producción de las vacunas contra la influenza durante las últimas décadas para mejorar su eficacia y reducir efectos secundarios. La primera modificación fue eliminar la solución en la que estaba disuelta la vacuna, llamada el adyuvante de Freund. Esta mezcla de agua y aceite causaba la formación de ulceraciones en la piel. Otra modificación importante introducida en las últimas décadas es el uso de proteínas del virus de la influenza. Las vacunas de la influenza, excepto aquellas que tienen virus atenuado, no tienen virus. La inmunización se logra a través de la inyección de proteínas que las células plasmáticas reconocen como externas (antígenos).

               La investigación de la última década se ha enfocado en el desarrollo de adyuvantes8 seguros que se pueden incluir en la vacuna de la influenza y en otras. Es posible que incluir estos adyuvantes en las vacunas futuras mejore la respuesta de las células plasmáticas y la memoria a largo plazo. ¡Hasta entonces la dosis de verdad acerca de la vacuna de la influenza es hay que inmunizarse todos los años!

Bibliografía:

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  5. Cohen, J. How long do vaccines last? The surprising answers may help protect people longer. https://www.sciencemag.org/news/2019/04/how-long-do-vaccines-last-surprising-answers-may-help-protect-people-longer.
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  9. Tregoning, J. S., Russell, R. F. & Kinnear, E. Adjuvanted in fl uenza vaccines. 14, 550–564 (2018).

Avances en la investigación del COVID-19

                Varias publicaciones en las últimas semanas han comenzado a enfocarse en las diferencias en los pacientes de COVID-19. Aunque conocemos que hay poblaciones “especificas” que se afectan de manera más severa que otras (hombres, personas de la tercera edad, aquellos con morbilidades) no se conoce precisamente porque esto ocurre.

                Muchos grupos de investigación a nivel mundial han estado investigando estas diferencias. La Dra. Balaji compartió investigación del grupo de Wang, Hansen y sus colegas que sugiere que la composición de las membranas, que varía naturalmente a través de la vida de la persona, puede ser responsable por aumentos en contagio y posiblemente la severidad de la infección por COVID-19. Por otra parte, grupos de investigación han examinado otros aspectos de las diferencias entre los pacientes para determinar si hay diferencias adicionales que puedan explicar esas discrepancias y que puedan proveer oportunidades diagnósticas o terapeúticas.

Aumento en los casos de COVID-19 en Puerto Rico en las últimas dos semanas (12-julio-2020 a 26-julio-2020). Esta gráfica muestra el porcentaje de aumento en las últimas dos semanas (intensidad de color del círulo) y representa el número cumulativo/total de casos (tamaño del círculo). El color de cada municipio representa la edad media de la población. Datos de JHU-CSSE.

Aumento en los casos de COVID-19 en los Estados Unidos de América en las últimas dos semanas (12-julio-2020 a 26-julio-2020). Esta gráfica muestra el porcentaje de aumento en las últimas dos semanas (intensidad de color del círulo) y representa el número cumulativo/total de casos (tamaño del círculo). El color de cada condado representa la edad media de la población. Datos de JHU-CSSE.

Repaso de COVID-191

                El COVID-19 es una enfermedad causada por la infección con el virus SARS-CoV2. La entrada del virus a una célula le permite replicarse e infectar a otras células. Como consecuencia de la entrada del virus la función de la célula, los tejidos y los órganos deterioran y posiblemente fallen en sus funciones normales. El reconocimiento de la infección por el sistema inmune comienza una respuesta en contra del virus, al menos inicialmente.

                En casos severos y críticos de COVID-19, aquellos que tienen la tasa de mortalidad más alta, hay evidencia de linfopenia (una reducción de células B y células T del sistema inmune) y de la entrada de células de origen mieloide. Estas células mieloides son parte de una respuesta temprana a la infección y no son aptas para la respuesta a una infección viral.

                Durante el transcurso del COVID-19 parece que una respuesta temprana da lugar a una respuesta tardía que es inefectiva o ausente en una porción de los afectados. La inflamación causada por la respuesta tempana aparentemente incapacita la expansión de células T e induce la muerte a células inmunes presentes.

Diferencias en las poblaciones de células T en pacientes de COVID-192

               Un perfil de la variedad de células T y sus funciones se ha revelado en una investigación llevada a cabo por Mathew y otros en 125 pacientes utilizando citometría de flujo y pre-publicada en el repositorio bioRxiv.org. Los pacientes examinados pertenecen principalmente a las poblaciones de mayor riego de desarrollar COVID-19 severo o crítico, hombres mayores de sesenta años. Los pacientes son 68% afro-americanos. El 83% del total de los pacientes tiene factores de riesgo a la salud cardiovascular.

               Cerca de una quinta parte de los estudiados tienen el sistema inmune suprimido (18%) por causas ajenas al COVID-19. La mayoría de los pacientes habrían recibido algún tipo de tratamiento para controlar el COVID-19 (45% hydroxycloroquina, 31% esteroides antiinflamatorios, 29% remdesivir). El impacto de estas diferencias no se examinó en el estudio y debe ser examinado en estudios subsecuentes.

El árbol familiar de una célula hematopiética. Las células hematopoiéticas llevan a cabo procesos sistémicos desde la oxigenación y reparación de tejidos hasta la eliminación de patógenos. Esta gráfica presenta el parentesco entra los linfocitos T y las células mieloides. Estas células llevan a cabo funciones inmunes diferentes. La presencia o ausencia de conjuntos de estas células producen la variedad de respuestas del sistema inmune. En la enfermedad de COVID-19 la ausencia de linfocitos T causa una débil respuesta inmune que puede resultar en daño al tejido adyacente.

               Además, 75% de estos pacientes además demostraban aumentos en indicadores de inflamación, respuesta inmune, coagulación y muerte celular. La citoquina inflamatoria IL-6 estaba elevada en la mayoría de los casos (88%).

               En su estudio estos investigadores compararon esta población de 125 individuos con personas que nunca han tenido COVID-19 y un grupo que ha tenido la enfermedad pero ya se han recuperado (grupos control). Sus hallazgos sugieren que hay tres poblaciones de pacientes de COVID-19 basados en la activación de las células T.

               Su estudio confirmó el síntoma clínico de linfopenia o reducción de células B o T. Aunque en pacientes de COVID-19 se encuentra un aumento de células blancas, la aparente paradoja se resuelve porque el aumento es en células mieloides y no en células de origen linfoide.

Los investigadores identificaron tres tipos de paciente basados en la presencia de proteínas en la membrana celular y de los resultados clínicos. Discrepancias o alteraciones de la diversidad de celulas T impactán la regulación de la respuesta inmune. Este hallazgo puede identificar factores de progreso, respuesta a tratamientos y supervivencia en pacientes de COVID-19.

               Las reducciones en células T son más pronunciadas en una fracción llamada células T CD8. Las células T se dividen principalmente en dos grupos, las CD4 y las CD8. Las células T CD4 se llaman células de auxilio (inglés “helper”), y su rol principal es organizar la respuesta inmune estimulando las funciones de otras células del sistema inmune y restringiendo el daño a tejido aledaño. Este tipo de célula es el afectado en personas con el virus VIH. Las células CD8 a veces se les conoce como células cito tóxicas (inglés “killer”) porque producen potentes señales a células infectadas para iniciar un proceso de muerte celular que limita la infección.

               Examinando las proteínas presentes en las membranas celulares a través de citometría de flujo los investigadores logran identificar tres tipos de paciente basados en estas proteínas y la prognosis del paciente. Algunos pacientes tenían un perfil que indicaba que sus células T CD4 se encontraban altamente activadas con células CD8 aparentemente sobre activadas y exhaustas. Un segundo grupo con células T CD8 altamente activadas, pero una débil respuesta de CD4. Finalmente un tercer grupo al que corresponde una quinta parte de los examinados que no tenía respuesta de ninguna célula T. Los científicos no conocen los origines de estas diferencias.

               Las discrepancias o diversidad en las poblaciones de células T tienen un impacto en la regulación de la respuesta inmune (células T CD4), el reclutamiento de células mieloides (T-CD4), inducción de muerte celular en células infectadas (células T CD8) y en la producción de anticuerpos (T-CD4). El hallazgo de estas diferencias entre los pacientes de COVID-19 puede ayudarnos a encontrar predictores del desarrollo y supervivencia en cada uno de los grupos. Nuestro conocimiento de las diferencias entre estos grupos además puede ayudar a investigadores y al personal médico a reducir la mortalidad, aumentar la recuperación y mejorar la prognosis a largo plazo de estos pacientes.

Síntomas y diferencias en la población afectada

                Un estudio de China con más de 45,000 participantes encontró que el 81% de las personas infectadas presentan una versión leve de COVID-19 con síntomas como fiebre, tos, dolor de garganta y otros síntomas de catarro. Un catorce porciento de aquellas con COVID-19 tienen una versión severa de la enfermedad con fatiga y dificultad respiratoria (disnea). El resto (5%) sufre de una versión crítica de la enfermedad donde los pacientes sufren de fallo respiratorio y fallos en otros órganos.

                Una discrepancia conocida es que un 25% de las personas infectadas con COVID-19 sufren de morbilidades (alta presión, diabetes, etc.), pero estos pacientes representan casi el 60% de los hospitalizados. La diferencia sugiere que estas morbilidades o sus causas agravan el COVID-19. Otra observación es la edad de aquellos que sufren de la enfermedad severa o critica. Los menores de 18 años típicamente tienen síntomas leves y la infección se limita al tracto respiratorio alto (boca, nariz, garganta) y en muy raras circunstancias necesitan hospitalización. En casos muy raros se ha encontrado niños con infección por SARS-CoV2 y una inflamación sistémica en niños de ascendencia europea.

Diferencias en poblaciones con exposición a otros virus3

                Otro estudio reciente ha examinado a pacientes de COVID-19 con interés en su infección previa por otros virus. Kadambari y sus colegas sugieren que puede haber diferencias en la respuesta a COVID-19 basados en la infección por citomegalovirus (CMV), un virus que afecta a porcentajes altos de la población humana. Generalmente la infección por CMV no tiene consecuencia, aunque en personas con sistemas inmunes frágiles puede causar serias complicaciones de salud. Una vez que una persona se infecta con CMV tiene la infección por el resto de su vida, es decir el virus permanece de manera latente.

                Al envejecer el sistema a inmune pierde efectividad y como consecuencia los adultos con infección previa por CMV pueden tener complicaciones. El virus de CMV puede suprimir el sistema inmune, y en concierto con la reducción natural de la función inmune, puede agravar problemas de salud. Este grupo de investigadores sugiere que al envejecer perdemos un importante regulador del sistema inmune, las células T, y la presencia de CMV aumenta las consecuencias de esta pérdida.

                Las respuestas organizadas por las células T son altamente específicas. Por ejemplo, las células T dedicadas a detectar y controlar la infección por CMV no pueden participar en la defensa contra otros virus, como el COVID-19. En personas que han tenido una infección por CMV el porcentaje de células T que están disponibles para luchar contra el COVID-19 puede ser reducido debido al enfoque del sistema inmune en eliminar la infección de CMV latente.

               Esta falta de células T puede ser responsable de la falta de regulación a nuevos patógenos y antígenos y puede causar la respuesta inmune conocida como “tormenta de citoquinas” donde moléculas inflamatorias causan daño a tejido adyacente. Esta ausencia de regulación, en conjunto con las morbilidades en personas de edad avanzada podría explicar la alta mortalidad observada en esta población.

el desarrollo de la condición severa de COVID-19

                Autopsias a víctimas de COVID-19 revelan espacios de aire en los pulmones llenos de macrófagos y células mononucleares, algunas de las células de origen mieloide. En estas autopsias además se encuentra inflamación del tejido vascular adyacente. Los espacios alveolares, las pequeñas bolsas de nuestros pulmones donde ocurre el intercambio de gases están llenos de líquido indicando una condición conocida como Síndrome Agudo de Fallo Respiratorio (ARDS por siglas en inglés).

               Los pacientes con ARDS tienen mayor probabilidad de morir y los sobrevivientes comúnmente sufren de fibrosis pulmonar y trombosis. La condición además predispone a los sobrevivientes a infecciones y síntomas sicológicos. En algunos casos estos síntomas se complican con trombosis en el resto del cuerpo y/o sepsis viral causando fallo de órganos y posiblemente la muerte.

Transmisión de SARS-CoV2

                La transmisión del virus SARS-CoV2 principalmente ocurre a través de las gotitas de saliva que se produce al hablar con otros en cercanía. Los infectados con SARS-CoV2 pueden no mostrar síntomas por hasta 11 días, aunque en general los síntomas se manifiestan durante la primera semana de la infección. La mayor parte de los contagios ocurre entre personas que no muestran síntomas. Aunque la transmisión de personas infectadas pero asintomáticas se considera poco común, se sugiere mucha precaución ya que no hay manera de distinguir a aquellas personas asintomáticas de las personas que son pre-sintomáticas (infectadas pero no aun no muestran síntomas).

                Para evitar la transmisión se sugiere que las personas que se encuentran fuera de su hogar mantengan distanciamiento físico. En situaciones donde no se pueda evitar estar en proximidad a otros se sugiere el uso de máscaras que cubran la boca y nariz para reducir la emisión de gotitas de saliva. Fuera de los laboratorios no hay evidencia que el virus pueda permanecer en el aire (como un aerosol) por largo tiempo.

                Aunque el virus puede permanecer en superficies no permeables (como el acero inoxidable o los plásticos) hasta cuatro días, el riesgo de contagio a través de contacto con estas superficies es poco probable. Si tocas una superficie fuera de tu casa, utiliza agua y jabón para lavarte las manos antes de tocarte la cara. Si no hay agua y jabón disponible puedes usar un desinfectante. También debes evitar tocarte la cara en lugares públicos.

Tratamiento

                Más del 75% de los pacientes hospitalizados requiere oxigenación. Para algunos de estos pacientes ayuda con la postura o relajantes musculares puede ayudar a aliviar los síntomas de dificultad respiratoria. Otros pacientes requieren oxigeno o intubación para sobrevivir.

                El tratamiento de algunos pacientes incluye el uso de agentes anti-virales, aunque el tratamiento con algunos de ellos, como los agentes hydroxycloroquina y lopinavir, no han mostrado mejoría. Resultados iniciales positivos que indicaban que el uso de plasma de pacientes recuperados de COVID-19 y que contienen anticuerpos contra SARS-CoV2, han sido moderados por nuevos estudios que no han encontrado mejoría en pacientes críticos.

                Las drogas inmunomoduladoras que reducen proteínas inflamatorias como IL-6 pueden controlar síntomas de la inflamación sin regulación y pueden reducir el daño a tejidos y órganos. Algunos estudios sugieren que el uso de esteroides inmunosupresores como la dexametasona o la metilprednisolona pueden controlar el daño del sistema inmune a otros tejidos y reducir las probabilidades de que un paciente sufra de ARDS. Es importante que estos beneficios sean evaluados por profesionales de la salud tomando en consideración el historial médico de los pacientes y los riesgos de desarrollar infecciones secundarias.

                Los pacientes recuperados de COVID-19 requerirán asistencia médica, en algunos casos por muchos años. Sobrevivientes de condiciones sépticas comúnmente sufren de incapacitación física, deficiencia de conocimiento y un aumento en la probabilidad de desarrollar otras infecciones.

                Las oportunidades de mejorar la condición de los pacientes de COVID-19 aumentan con nuestro conocimiento. Comprender las diferencias en la infección por SARS-CoV2, el desarrollo de COVID-19 y la recuperación de los pacientes nos permite mejorar la movilización de recursos a personas afectadas. Los efectos de la enfermedad sobre los afectados, las consecuencias de las estrategias de contención y los efectos mentales de la pandemia del COVID-19 sobre nuestra sociedad y el mundo continuaran por mucho tiempo.

Referencias

  1. Wiersinga, W. J., Rhodes, A., Cheng, A. C., Peacock, S. J. & Prescott, H. C. Pathophysiology, Transmission, Diagnosis, and Treatment of Coronavirus Disease 2019 (COVID-19): A Review. Jama 2019, 1–13 (2020).
  2. Mathew, D. et al. Deep immune profiling of COVID-19 patients reveals patient heterogeneity and distinct immunotypes with implications for therapeutic interventions. bioRxiv Prepr. Serv. Biol. 8511, 1–29 (2020).
  3. Kadambari, S., Klenerman, P. & Pollard, A. J. Why the elderly appear to be more severely affected by COVID-19: The potential role of immunosenescence and CMV. Rev. Med. Virol. 1–5 (2020) doi:10.1002/rmv.2144.

¿Existe un vínculo entre el colesterol y el COVID-19?

Por la Dra. Poonam Balaji

                 El COVID-19 es particularmente devastador para personas de la tercera edad y personas con morbilidades como hipertensión, diabetes y enfermedades cardíacas1. La tabla que sigue (utilizando datos de la ciudad de Nueva York) muestra que la mayoría de las muertes causadas por el COVID-19 ocurren en personas mayores de 65 años, totalizando casi 75% de todas la muertes 2.

COVID-19 y las personas jóvenes

                Una de las pocas notas positivas de la pandémica del COVID-19 es que los niños son en su mayoría asintomáticos o muestran síntomas leves. Por otra parte los niños no muestran disciplina en mantener distancia física, en la higiene y muchos aún están aprendiendo a cubrirse la boca cuando tosen o estornudan. Ya que los niños tienen que estar en presencia de adultos, muchas veces mayores de edad, y no muestran síntomas el brote se hace mucho más difícil controlar.

                Durante el brote de SARS en el 2002-2003, que infectó a más de 8000 personas y resulto en 774 muertes3, se observó una tendencia similar de que ninguna muerte ocurrió en niños menores de 12 años. Solo ochenta casos confirmados y 55 sospechados entre niños fueron reportados durante ese brote. Los niños parecen estar protegidos. Aun no comprendemos las razones de esa desigualdad entre adultos y niños.

                Entender la causa y el mecanismo que protege a los niños de infecciones por virus del grupo corona-virus podría proveer importantes herramientas para enfrentar la pandemia del COVID-19 y evitar  futuros brotes.

Edad de muertes por COVID-192

 

Entrada de SARS-CoV2 a las células humanas

                Por más de cien años la comunidad científica ha intentado clasificar a los virus como “viviente” o “no viviente” sin llegar a un consenso. Uno de los requisitos fundamentales de los seres vivientes es la habilidad de reproducirse. Los virus son partículas infecciosas microscópicas que no se pueden reproducir de manera independiente. Estas partículas utilizan las proteínas y moléculas de seres vivientes para replicarse. Los virus se encuentran en un área neutral entre “viviente” y “no viviente”. Cuán difícil resulta pensar que una partícula tan pequeña y tan poco definida impacta tantas cosas en nuestro mundo.

Wikipedia: 3D medical animation coronavirus structure

 

                El proceso de replicación viral comienza con la entrada de un virión a la célula. Para los coronavirus esto ocurre a través de la proteína pico (“spike”/S-protein en inglés) que se encuentra en la superficie. La proteína que se encuentra en células humanas e interactúa con el pico del virus se llama enzima de conversión de angiotensina (o ACE-2 por sus siglas en ingles). La interacción entre estas dos proteínas actúa como el reconocimiento de una llave en una cerradura y permite a los virus SARS-CoV14 y SARS-CoV25 reconocer y entrar en células  de manera específica.

La enzima de conversión de angiotensina (ACE-2) y el COVID-19

                La proteína ACE2 se expresa en los tejidos de nuestro tracto respiratorio, los pulmones, el corazón, los intestinos, los riñones y los tejidos vasculares. ACE2 es un componente importante que regula la presión arterial a través de sus efectos en la concentración de minerales y fluidos en el cuerpo humano. Esta proteína además participa en la inflamación y en la sanación de daño. La expresión de ACE2 en los tejidos del tracto respiratorio, la boca y la nariz actúa como una entrada al SARS-CoV2. De esta manera sería interesante conocer si el receptor tiene algún rol en la diferencia en contagio y severidad del COVID-19 en adultos.

             Desafortunadamente no es tan fácil saber esto. Los datos que hemos obtenido de estos estudios difieren. Los estudios iniciales sugerían que al expresión de esta proteína era menor en niños que en adultos6, lo cual explicaría la discrepancia en contagio de COVID-19. Pero estudios más recientes (depositados en el repositorio de pre-publicación) indican que la proteína ACE-2 es mayor en jóvenes que en adultos7. Esto nos obliga a buscar mejores respuestas.

¿Juega el colesterol un rol en la infección de SARS-CoV2?

                En un artículo recientemente publicado en BioRxiv, científicos de la institución Scripps de la Florida en Estados Unidos sugieren que el colesterol participa en infección y severidad de COVID-198. El colesterol se encuentra en todo el cuerpo humano ya que es un componente estructural de las membranas celulares. La acumulación de colesterol en tejidos aumenta con la edad y contribuye a morbilidades como la ateroesclerosis, la hipertensión y los derrames, entre otros. ¿Existe un vínculo entre el colesterol, la edad y el COVID-19?

                Se conoce que los virus de ARN positivos, como lo son los coronavirus, entran en las células humanas a través de un proceso llamado endocitosis a través de regiones de la membrana celular llamadas balsas lipídicas (“lipid rafts” en inglés)9. Estas micro-regiones de la membrana celular están compuestas por el colesterol y esfingolípidos, dos tipos de ácidos grasos estructurales. Estas balsas lipídicas son esenciales al transporte de materiales del exterior de la célula a su interior10. Desafortunadamente los virus aprovechan esa función de los ácidos grasos para entrar en la célula.

                Scott B. Hansen y sus colegas demuestran en el artículo que la entrada de SARS-CoV2 depende de la presencia de colesterol8. La presencia de altos niveles de colesterol altera la composición de balsas lipídicas, aumentando su número y tamaño. Reducir el nivel de colesterol resulta en una disminución de las balsas.

Comportamientos que alteran los niveles de colesterol

                  El aumento de colesterol en células es una consecuencia natural de envejecer y de la inflamación. Comportamientos como fumar en conjunto con morbilidades como la diabetes, ateroesclerosis de igual manera alteran la composición de la membrana celular. El cambio en la composición de la membrana ofrece un interesante mecanismo de entrada para el SARS-CoV2 a las células de personas con estos comportamientos, morbilidades y edades.

                   Además, el grupo reporta que la alteración de niveles de colesterol causa un aumento de la proteína ACE-2 a los lugares de entrada del virus aunque la presencia de ACE2 en balsas lipídicas es controversial11. Este aumento provee un mecanismo donde el virus entra en contacto con la célula. La interacción entre el virus y las proteínas en la membrana celular puede alterar las balsas lipídicas basado en la concentración de colesterol. Esto puede facilitar la entrada del virus a la célula. Basado en estos resultados los autores sugieren que el colesterol puede tener un rol en la mortalidad del COVID-19.

                   Otros estudios han demostrado que la presencia de colesterol es importante a la entrada de otros tipos de virus y para su replicación9. El estudio de Hansen et al., sugiere que este es el caso para SARS-CoV2, aunque estudios adicionales que confirmen este mecanismo son necesarios.

Resumen y recomendaciones

                  Aunque el estudio sugiere una nueva explicación para la mortalidad de personas mayores por el COVID-19 es importante considerar que el estudio es una pre-publicación. El sitio web bioRxiv advierte: “hemos recibido muchos artículos acerca de SARS-CoV2. Estos informes no han sido verificados por colegas. Los informes no deben ser considerados concluyente, un guía de práctica clínica o de comportamiento de salud, ni deben ser compartidos en medios informativos como información establecida.”

                   Es importante estipular que este estudio fue realizado en cultivo celular y no en organismos de modelaje biológico por lo que los mecanismos pueden variar de los observados en tejidos, órganos y organismos.

                  En resumen, las personas mayores de 65 años son particularmente vulnerables a la mortalidad por COVID-19. Los comportamientos como fumar, falta de ejercicio y consumir dietas altas en grasas saturadas aumentan el colesterol. Aquí compartimos un mecanismo sugerido para explicar porque la edad y presencia de morbilidades resulta en peores resultados clínicos en estas poblaciones.

                  Por el momento, durante la pandémica, no se puede establecer una correlación entre el colesterol y la mortalidad por el COVID-19. En el futuro los epidemiólogos utilizaran datos demográficos y el análisis estadístico para ayudarnos a entender como el colesterol puede contribuir a empeorar la prognosis de COVID-19 y que comportamientos nos pueden ayudar a evitar contagio y a reducir severidad o mortalidad.

Acerca de Poonam Balaji:

                  Una científica con doctorado en fisiología cardiovascular y biología molecular de la Universidad Estatal de Ohio (OSU). Poonam tiene sobre quince años de experiencia y siente pasión por la ciencia y la medicina. La escritura y comunicación científica son nuevos intereses que cultiva. Puedes encontrar otros artículos de su autoría en su sitio web (inglés): https://cuppa.science.blog/

Referencias:

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  8. Wang, H., Yuan, Z., Pavel, M. A. & Hansen, S. B. The role of high cholesterol in age-related COVID19 lethality. bioRxiv 15, 2020.05.09.086249 (2020).
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  10. Brown, D. A. Lipid Rafts. in Encyclopedia of Biological Chemistry 741–744 (Elsevier, 2013). doi:10.1016/B978-0-12-378630-2.00185-7.
  11. Tang, T., Bidon, M., Jaimes, J. A., Whittaker, G. R. & Daniel, S. Coronavirus membrane fusion mechanism offers as a potential target for antiviral development. Antiviral Res. 104792 (2020) doi:https://doi.org/10.1016/j.antiviral.2020.104792.

         El COVID-19 es una enfermedad respiratoria causada por el virus SARS-CoV2. El virus es capaz de infectar a todas las poblaciones humanas, pero hay personas con riesgo de desarrollar complicaciones severas que ponen en riesgo sus vidas. La causa de esta mortalidad al momento no se conoce. Estas circunstancias exigen que mantengamos distanciamiento físico para reducir el riesgo que miembros de poblaciones vulnerables se contagien. Además, este distanciamiento reduce la posibilidad que los centros de salud sean abrumados por el aumento en casos de enfermedad respiratoria.

        El distanciamiento físico como medida de salud pública, puede contribuir a un aumento en desórdenes mentales. Nuestros cuerpos tienen mecanismos que nos permiten superar estrés a largo y corto plazo. Aún así, algunos eventos o comportamientos pueden causarnos:

  • Ansiedad: un sentimiento generalizado de miedo o de terror sobre eventos que esperamos. La ansiedad tiene síntomas que podemos verificar fisiológicamente y contribuyen al desarrollo de otras enfermedades.
  • Depresión: una disminución general en el deseo de llevar a cabo las actividades rutinarias, sentimientos de desesperación y cambios en apetito o rutina de sueño.
  • Desorden de estrés pos-traumático (PTSD por siglas en inglés): sentimientos de agobio acerca de un evento traumático, pesadillas y cambios de personalidad, incluyendo evitar conductas normales. Las personas afectadas normalmente se ven afectadas por largo tiempo.

         En este artículo, hablamos sobre los efectos del corona-virus en el sistema nervioso central. Además, examinamos los efectos de política pública (distanciamiento físico y cuarentena) basados en previos brotes virales. Finalmente, recomendamos métodos para reducir el impacto mental del distanciamiento físico.

Procedimientos para controlar la pandémica COVID-19

         El distanciamiento físico (erróneamente llamado distanciamiento social) es la práctica de mantener un radio de al menos seis pies (dos metros) de distancia entre cada individuo. Esta práctica reduce la posibilidad que gotitas respiratorias (producidas al toser, estornudar o hablar) que contengan el SARS-CoV2 lleguen al tracto respiratorio de una persona que no está contagiada, causándole una infección1.

         La segunda estrategia es quedarse en su casa o “resguárdese en casa” y tiene el mismo propósito que el distanciamiento físico. Si la población permanece en un lugar por un periodo extendido, se reduce la probabilidad que personas entren en contacto con personas o superficies contaminadas. Esta estrategia también reduce el número general de hospitalizaciones al reducir el número de accidentes que ocurre fuera de la casa.

         Se les sugiere a personas que han sido infectadas con SARS-CoV2 y se han recuperado que se aíslen de otros. Esto es porque aun después de recuperarse la persona continua siendo contagiosa 2. Aún con catarros o resfriados comunes (COVID-19 no es un catarro común) no se recomienda salir, ya que el individuo infectado continúa siendo infeccioso aún cuando se “sienta mejor”.

         Personas que están infectadas con el virus y se hospitalizan por dificultades respiratorias se le puede dar una combinación de terapia respiratoria y medicamentos experimentales, para reducir complicaciones que pongan en riesgo la vida. Actualmente hay muchos ensayos clínicos diseñados para determinar la efectividad de estos medicamentos y desarrollar una vacuna contra el virus que causa COVID-19.

         El propósito de estas estrategias es reducir las personas que se infecten con SARS-CoV2 y por consecuencia, reducir el número de personas que lleguen a las salas de los centros de salud.

Efectos de infección por corona-virus en el sistema nervioso central

         Aún no conocemos mucho sobre cómo una infección con el SARS-CoV2 y el desarrollo de COVID-19 afecta el sistema nervioso central (SNC), aunque hay literatura epidemiológica acerca de las consecuencias de la infección con otros tipos de corona-virus. La siguiente sección repasa los efectos sobre la salud mental en dos brotes anteriores de corona-virus: SARS y MERS.

         La infección por corona-virus causa un aumento en la producción de proteínas inflamatorias conocidas como citoquinas (Nota: las citoquinas son una familia compleja de proteínas que a veces tienen roles inflamatorios y otras veces son anti-inflamatorias. Complicando aún más la situación estas proteínas dependen de la célula y su interacción con su ambiente). Un aumento en los niveles de estrés del individuo reduce la regulación del sistema inmune causando inflamación. Si esta inflamación ocurre en el cerebro, puede interrumpir los procesos normales y causar confusión. La respuesta inmune conocida como “tormenta de citoquina” es una consecuencia de la condición severa de COVID-19. Esta “tormenta de citoquina” permite que proteínas que promueven la inflamación entren en el sistema nervioso central y su entrada tiene efectos negativos a largo plazo 3,4. Por ejemplo, un estudio sobre ratones infectados con SARS-CoV1 reportó un aumento de citoquinas en el SNC y muerte de neuronas, las células del SNC 5. En humanos, la infección con SARS-CoV1 (relacionado a SARS-CoV2) ha causado aumento en la localización de células al sistema nervioso central. Normalmente, estas células no se encuentran allí; por lo tanto, su presencia altera la función neurológica normal y causa daño al sistema nervioso central 7. Estudios realizados años después de la epidemia de SARS del 2003 encontraron que los pacientes que se recuperaron, sufrían de desorden de estrés pos-traumático, depresión, y desórdenes de dolor, de pánico y desorden obsesivo compulsivo 8.

         Se ha demostrado que el COVID-19 causa pérdida de los sentidos de olfato y gusto 9. Aunque al momento no hay evidencia que el SARS-CoV2 pueda causar enfermedades neurodegenerativas, es importante recordar que hay mucho por aprender acerca de esta enfermedad 10.

Efectos de las estrategias para reducir el COVID-19 en la salud mental

         Estas estrategias no tienen precedente en la historia contemporánea de nuestro país. Los seres humanos somos organismos sociales y el distanciamiento físico nos causa emociones agobiantes. Es muy posible que estas estrategias contribuyan al aumento de estrés durante la pandemia. Las poblaciones asiáticas que han experimentado este tipo de distanciamiento han reportado aumentos en sentimientos de angustia 3. Por lo tanto, podemos esperar tazas elevadas de ansiedad y depresión. Esto se debe a preocupaciones sobre nuestra salud y la de nuestros seres queridos. Además, gracias a la globalización sentimos preocupación por nuestra especie alrededor del planeta. Estas emociones se pueden amplificar por sentimientos de impotencia para garantizar la salud de nuestros familiares. Podemos además sentir que estamos solos, aun si no lo estamos, y este sentimiento contribuye a la ansiedad.

         También es normal sentir miedo ante el escrutinio de la conducta de otros y de nuestras acciones. Es muy común perder la paciencia y sentir coraje con el comportamiento de otros, especialmente si sentimos que ponen nuestra salud en riesgo. Al principio de la actual pandemia, el miedo también resultaba por la preocupación de no poder conseguir los artículos de necesidad en el supermercado.

         Otra fuente de frustración es la falta de entendimiento del aspecto temporal de la pandemia. ¿Cuánto tiempo estaremos en distanciamiento? ¿Cuánto tiempo tendremos que preocuparnos del COVID-19? ¿Qué eventos de nuestra vida se verán afectados? Mientras menos sabemos de cuánto tiempo esta condición (indeseable) permanecerá, más frustración sentimos. Todas estas son fuentes de sentimientos de angustia y pueden contribuir a un aumento en el deseo de utilizar alcohol u otras drogas. Es importante reconocer que es difícil concluir una relación directa basados en la evidencia, ya que la ansiedad puede aumentar el deseo de consumir drogas, pero el consumo de drogas aumenta la ansiedad 11.

         También es importante considerar a los profesionales de la salud, involucrados en tratar a la población infectada con SARS-CoV2. Estos profesionales tienen las mismas fuentes de estrés que la población general, además de sus experiencias laborales. Por esta razón se ha observado en pandemias anteriores que esta población tiene un mayor riesgo de desarrollar desorden de estrés pos-traumático 12. Las consecuencias de infección por COVID-19 y las estrategias para contener la pandemia se continuarán descubriendo por mucho tiempo (años y posiblemente décadas). Es importante considerar el desarrollo de enfermedades neurológicas a largo plazo en personas afectadas con COVID-19. En el futuro será necesaria la movilización de recursos y profesionales de salud mental a las comunidades afectadas, incluyendo a los profesionales de la salud que actualmente manejan las manifestaciones físicas de la pandemia de COVID-19.

Recomendaciones 13

¿Qué acciones podemos tomar para reducir el impacto del distanciamiento social sobre nuestra salud mental?

1) Mejora tu conciencia de la situación y ajusta tus expectativas

Las estrategias para “aplanar la curva” tienen efectos sobre nuestra salud mental. Estos son momentos que nos causarán angustia. Ten conciencia de que sientes estrés. Es normal y todos lo sentimos.

Posiblemente sientas que eres menos productiva/productivo si estás trabajando desde tu casa. Es normal y de esperarse. Sugiere metas que puedas cumplir, no es el momento de ser excesivamente ambicioso. Desarrolla nuevas evaluaciones de tu productividad y continúa examinando cuán útiles son.

2) Mantén tus rutinas diarias

Identifica partes de tu rutina que están cambiando. Reconoce que el cambio es normal y no te agobies por el cambio. Todo ha cambiado.

Mantén tu rutina lo más que puedas. Aunque el punto anterior es importante, los cambios repentinos y drásticos nos causan estrés. Por lo tanto, si hay partes de tu rutina diaria que no tienen que cambiar, has lo que puedas por mantenerlas.

    • Por ejemplo, si te ejercitas en la mañana, antes de salir a trabajar o después de salir del trabajo, continua ejercitándote entonces.
    • Despierta a la misma hora que cuando viajas a tu lugar de trabajo.
    • Toma tus baños, cepíllate los dientes y aféitate a la misma hora.
    • Aún si no vas a salir de tu casa, vístete y prepárate de la misma manera que si te fueras a reunir con tus compañeros.

3) Desarrolla o mejora tus prácticas de sueño. El sueño es importante para regular nuestras respuestas emocionales 14. Algunas recomendaciones 15 para mejorar el sueño incluyen:

Aumenta tu exposición a la luz del sol durante el día. La luz indirecta es efectiva, así que abre las cortinas.

Reduce el consumo de cafeína y alcohol. Especialmente 2-3 horas antes de acostarte.

El ejercicio es bueno para tu salud general y ayuda a mejorar el sueño, pero no debes ir al gimnasio o ejercitarte justo antes de acostarte. No permitas que tu rutina de ejercicio te cause estrés. El ejercicio ayuda a dormir, el estrés no.

No tengas un reloj en el cuarto en el que duermes, pues te verás tentado a mirarlo si despiertas en la noche.

No uses tu cama para actividades que no sean dormir o tener sexo. Esto quiere decir nada de leer, comer, trabajar o hablar en el teléfono en cama.

Acostumbra una hora para acostarte y una hora para levantarte. Haz un esfuerzo por mantener estas conductas a esas horas.

Piensa en cambios a tu rutina de sueño durante el día. No trates de desarrollar una rutina mientras estás tratando de quedarte dormido. Esto te causara estrés y no lograrás quedarte dormido.

Solo debes tomar medicamentos para dormir que pueden causar dependencia bajo supervisión médica. Estos medicamentos pueden ser efectivos bajo ciertas condiciones y a corto plazo. Estos medicamentos también pueden ser efectivos si has sido diagnosticado con otros desórdenes mentales.

4) Mejora la conciencia de tu cuerpo

Respira: enfócate en tu respiración. ¿Cómo respiras? ¿Cuánto tiempo tomas en inhalar o exhalar? ¿Respiras diferente bajo distintas circunstancias? Enfocarte en tu respiración te ayudara a mejorar tu conciencia.

Toma tu temperatura: Aunque conocemos que la temperatura del cuerpo humano es 37°C (98.6°F) al menos un estudio reciente encontró que la temperatura promedio del cuerpo humano depende de las circunstancias históricas en las que se determina el promedio 16. ¿Cuál es tu promedio? ¿Cambia la temperatura con las actividades que realizas? ¿Cambia con el momento del día?

Mánten un diario: Si vas a comenzar un nuevo proyecto, considera mantener un diario. Toma notas acerca de las diferencias en cómo haces las cosas y cómo piensas. Enfócate en diferencias entre tus métodos y los métodos que has estudiado.

5) Ten compasión.

Ten compasión contigo misma/mismo. Es difícil distinguir el estrés en nosotros, pero es importante que reconozcamos que lo tenemos. Sé consiente de tus quejas a las otras personas. Es normal y hasta terapéutico quejarse, pero debes ser consiente. Entiende la razón de tus quejas y su causa.

Ten compasión con los demás. Todas estamos distanciándonos. La misma falta de sueño, soledad, ansiedad y depresión que sentimos, la sienten nuestros vecinos. No todos conocen la mejor manera de manejar el estrés. Comprende otros puntos de vista. Ayuda a otras a buscar y utilizar los mejores métodos para manejar el estrés.

6) Mantente en comunicación con tus amigos y familiares. Recuerda que la estrategia para contener el COVID-19 se llama distanciamiento físico, no distanciamiento social. Aprovecha todos los métodos de comunicación que hay disponible. Llama a tus seres queridos y comparte con ellos tus sentimientos, incluyendo tus frustraciones y victorias.

7) Entiende la situación actual, los riesgos a tu persona y a los demás.

Identifica fuentes de información confiables.

Recuerda mantenerte en el presente. Hay mucha información (incluyendo este artículo) que intenta contextualizar la pandemia.

    • Para esto se hacen comparaciones a brotes y pandemias anteriores.
    • Aunque esto puede ser útil, es importante reconocer que nuestra actual situación presenta retos únicos y requiere soluciones específicas.
    • Comunícate con tus amigos, familiares y colaboradores. Pídeles sus fuentes de información y pregunta porque ellos confían en esas fuentes.

Discute similitudes y diferencias en las estrategias que utilizan las comunidades donde viven tus amigos y familiares.

Comunica tus ideas acerca de la pandemia del COVID-19. Habla con personas de confianza sobre tus sentimientos acerca de las personas infectadas y del impacto del aislamiento. Discute cómo piensas que se verá el mundo al terminar la pandemia.

Sé feliz y tendrás salud. La felicidad y un estilo de vida saludable mejoran el sistema inmune.

Reconocimientos:

Queremos agradecer a Yasmin Diodonet, LCPC, por su revisión de este artículo.

Bibliography:

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  2. Zhou, F. et al. Clinical course and risk factors for mortality of adult inpatients with COVID-19 in Wuhan, China: a retrospective cohort study. Lancet 6736, 1–9 (2020).
  3. Kim, H. C., Yoo, S. Y., Lee, B. H., Lee, S. H. & Shin, H. S. Psychiatric findings in suspected and confirmed middle east respiratory syndrome patients quarantined in hospital: A retrospective chart analysis. Psychiatry Investig. 15, 355–360 (2018).
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El SARS-CoV2 es el virus que causa COVID-19

         El COVID-19 es una enfermedad respiratoria causada por el virus SARS-CoV2. Un virus es un pequeño paquete de ácidos nucleicos cubiertos por una capa de proteína como protección del ambiente. Si el virus logra entrar en una célula huésped apropiada, este paquete de ácidos nucleicos contiene las instrucciones para producir copias dentro de la célula. Este virus se descubrió en China en Diciembre del 2019 y de allí su nombre. La enfermedad causada por el virus SARS-CoV2 se llama “Corona Virus Disease 2019” en inglés y se abrevia COVID-19. Este es el ciclo de replicación de un virus como el SARS-CoV2 en una célula humana:

Ciclo de replicación de un virus de ARN.

Un virus de ARN entra en una célula y utiliza los procesos celulares para hacer copias de si mismo. El SARS-CoV2 tiene este tipo de ciclo de replicación. Cuando SARS-CoV2 sale de la célula a través de exocitosis no hace daño a la célula.

       Cuando se describe un virus que hasta entonces era desconocido las autoridades de salud y científicas se enfocan en obtener los siguientes datos: el origen del virus, la secuencia genómica (el genoma), el método de transmisión, la efectividad de la transmisión, los síntomas y como progresa la enfermedad en los pacientes. Esta estrategia produce herramientas que ayudan a los pacientes a controlar la infección en individuos, reducir las infecciones en la población, predecir futuras epidemias y evitar pandemias.

El SARS-CoV2 parece estar relacionado al SARS-CoV1 que fue responsable de una epidemia (SARS 2002-2003) que se desarrolló en el sud-este asiático. No hay evidencia que este virus haya sido desarollado como un arma biológica.

          El SARS-CoV2 parece estar relacionado al SARS-CoV1 que fue responsable de una epidemia (SARS 2002-2003) que se desarrolló en el sud-este asiático (Gorbalenya et al., 2020). Ambos son parte de un grupo de virus que infectan a muchos mamíferos. En los seres humanos, infección por coronavirus causa enfermedades respiratorias como el catarro (resfriado) común. Se estima que los coronavirus son responsables de hasta una tercera parte de los resfriados (Maier, Bickerton, & Britton, 2015). Ambos virus SARS-CoV fueron inicialmente descubiertos en murciélagos (Benvenuto et al., 2020).

COVID-19 es una enfermedad zoonótica

         Ocasionalmente pude ocurrir un cambio pequeño a la secuencia (mutación) del material genético del virus que puede alterar su habilidad infecciosa. En lugares donde los murciélagos se albergan en proximidad a seres humanos, los virus pueden ser transferidos del animal al ser humano. La transmisión de una enfermedad de origen animal a un ser humano se conoce como zoonosis (o enfermedad zoonótica). Algunas veces, el virus pasa del animal reserva a un animal intermediario, que podría ser un animal doméstico. Este es el caso de los camellos que transmiten otro tipo de coronavirus (MERS) a los seres humanos. El SARS-CoV2 que causa COVID-19 no se transmite de animales domésticos a seres humanos. Los gatos si pueden infectarse y transmitir SARS-CoV2 a otros gatos, y por lo tanto se deben considerar un almacén para el virus (Shi et al., 2020).

El SARS-CoV2 que causa COVID-19 no se transmite de animales domésticos a seres humanos.

         Transmisión de un animal a otro, como de murciélago o vaca a ser humano ocurre muy raramente, ya que hay proteínas en la superficie del virus que han evolucionado para infectar específicamente a un organismo. Ya que los murciélagos tienen sistemas de inmunidad muy tolerantes, los virus pueden permanecer en esta población por largos periodos de tiempo (siglos o milenios) adquiriendo mutaciones que le permiten pasar a otras especies (Parrish et al., 2008). Determinar la fuente del virus nos ayuda a entender cuán diferente es el virus que infecta a los seres humanos del virus que se encuentra en los animales silvestres. Esta información es además útil para determinar la presencia del virus en una región y para predecir posibles epidemias.

Cambios a la secuencia también proveen posibles drogas que impiden la infección y nos ayudan a desarrollar vacunas efectivas.

Las secuencias genomicas proveen información importante

        La frecuencia con la que ocurren mutaciones en el virus es importante porque nos revela el origen del virus (Benvenuto et al., 2020). Nextstrain.org publica una gráfica semanal con información pública que nos ayuda a entender cómo se utilizan los cambios moleculares para ver la dispersión del virus. Cambios a la secuencia también proveen posibles drogas que impiden la infección y nos ayudan a desarrollar vacunas efectivas. La siguiente figura resume el ciclo de replicación de un virus y presenta oportunidades que se están utilizando para desarrollar medicamentos (Smith, Bushek, & Prosser, 2020).

 

Los medicamentos hydroxycloroquina y cloroquina evitan que el virus entre a la célula o salga de una célula infectada para infectar a otras. Los medicamentos remdesivir y favipiravir inhiben la replicación de ácidos nucleicos evitando que el virus pueda crear copias. Todos estos tratamientos son experimentales y sólo deben ser utilizados bajo supervisión de un profesional de la salud.

         La secuencia completa del genoma del virus SARS-CoV2 ha sido determinada, publicada y se encuentra disponible de manera pública. Una característica importante que se puede determinar a través de la secuencia del genoma es la estructura de la proteína “spike” en la superficie del virus se utiliza como un tipo de “llave” molecular para entrar en la célula.

         Cuando esta proteína entra en contacto con la “puerta” que se encuentra en la superficie de la célula, comienza un proceso de transformar a esa célula en un sistema de replicación para el virus. Estas réplicas virales salen de la célula (a veces causando daño) e infectan otras células. La proteína que funciona como una puerta al SARS-CoV2 en las células humanas se llama ACE-2 y se encuentra en muchas células del cuerpo humano. Esta proteína es la misma que utiliza el SARS-CoV1 para entrar en las células de los seres humanos (Wang et al., 2020).

Los virus causan reacciones inmunes potentes

        Cuando un virus entra en una célula y la transforma a un aparato de replicación, esa célula ya no lleva a cabo su actividad normal. Si el virus infecta células que componen los vasos sanguíneos o las vías respiratorias, el cuerpo no será capaz de mover la sangre o transportar gases (oxígeno y dióxido de carbono). Las células infectadas envían mensajes al sistema inmune del cuerpo indicándole que contienen ácido nucleico extraño.

Las células infectadas envían mensajes al sistema inmune del cuerpo indicándole que contienen ácido nucleico extraño. Después de enviar esa la señal las células infectadas intentan inhibir la replicación del virus.

         Algunos coronavirus tienen un mecanismo interesante que les permite evitar detección por el sistema inmune del organismo. Algunas de las proteínas que permanecen en la superficie de la célula, pero no se incorporan en un nuevo virus, pueden causar la fusión de la célula infectada con células vecinas no infectadas. Ya que la nueva célula fusionada incluye varios núcleos el virus continua replicándose sin necesidad de salir fuera de la célula y exponerse al sistema inmune (Maier et al., 2015). En la actualidad no se conoce si el SARS-CoV2 utiliza este mecanismo de evasión.

         Después de enviar esa señal, las células infectadas intentan inhibir la replicación del virus. Sin embargo, cuando no detienen la replicación del virus, llevan a cabo un proceso ordenado de muerte celular conocido como apoptosis. Esto reduce aún más el funcionamiento de los tejidos y órganos que dependen de esas células. Si una célula muere de manera desordenada le causa daño a sus células vecinas y provoca una reacción del sistema inmune que resulta en una inflamación.

         La combinación de respuestas del cuerpo a la infección resulta en una pérdida de función de las células infectadas y en el caso del SARS-CoV2 que causa COVID19 falta de respiración (o disnea). Según continúa el proceso de inflamación, el tejido del tracto respiratorio y los órganos se llenan de líquido y pierden acceso a la circulación de sangre (edema).

Si los pulmones, corazón y riñones fallan, el resto del cuerpo no puede llevar a cabo las funciones normales para mantener la vida.

       Las células que componen esos tejidos no pueden desechar los productos de su actividad metabólica y no pueden intercambiar gases (oxígeno y dióxido de carbono). Esto causa daño a los órganos. Si los pulmones, corazón y riñones fallan, el resto del cuerpo no puede llevar a cabo las funciones normales para mantener la vida. La persona infectada cae en un coma fatal y muere. Esta es la progresión normal para una porción de los pacientes de COVID-19 (Huang et al., 2020).      

Recomendaciones

         Las autoridades de la salud recomiendan lo siguiente para restringir el número de infecciones y para evitar que los centros de salud sean abarrotados. Para aquellas personas asintomáticas:

  1. Desarrolla o mantén un estilo de vida saludable con enfoque en ejercitarte y una dieta balanceada
  2. Practica distanciamiento social manteniéndote a un mínimo de seis pies/dos metros de otras personas en lugares públicos
  3. Lávate las manos con frecuencia
  4. Cúbrete la boca antes de estornudar o toser
  5. Manténte informado. Puedes usar los recursos que se encuentran al final de este documento.

         Para aquellas personas que tienen síntomas de un resfriado (fiebre, tos, dolor de garganta, etc.) se recomienda:

  1. Quédate en casa. Toma tu temperatura e intenta controlar la fiebre con medicamentos sin receta (acetaminophen o aspirina).
  2. Si no logras controlar la fiebre después de un día de tratamiento o si la tos causa fatiga y te deja sin aliento, llama a tu médico o a un hospital.

         Si tiene síntomas de pulmonía  (falta de aliento y tos continua) o has estado expuesta a una persona con COVID-19 debes:

  1. Llamar a tu médico.
  2. Comunícate con familiares y amigos con los que hayas interactuado en los cinco días previos y pídeles que se queden en casa.

         Puedes encontrar más recursos en esta página. Un resumen de la información contenida en este artículo y recursos adicionales se encuentra aquí.

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